Mente Extendida

 

La teoría de la mente extendida es una teoría acerca de la constitución de la mente.  Su tesis central es que la mente humana está formada por estados y procesos neuronales, corporales y medioambientales. Los teóricos de la mente extendida consideran que las mentes son entidades híbridas cuyo ensamblaje es el resultado de interacciones densas y continuas entre el cerebro, el cuerpo y el entorno local de un sujeto. Es por ello que la mente se extiende espacialmente más allá de los límites del agente biológico.

            La teoría de la mente extendida se aleja de uno de los compromisos centrales de nuestra psicología popular según el cual la mente (entendiendo por tal el lugar de nuestros pensamientos, deseos, recuerdos, etc.) se encuentra contenida en algún lugar de la cabeza. Pensemos, por ejemplo, en la expresión en castellano “ha perdido la cabeza”. Esta expresión se utiliza para referirse a quien ha perdido el control sobre su vida mental, quedando ésta localizada dentro del cráneo. Esta concepción intracranialista recibe a su vez apoyo de la neurociencia cognitiva, según la cual los procesos mentales y cognitivos son implementados sólo por el cerebro y el sistema nervioso central.

            Frente a esta posición, la teoría de la mente extendida expande el espacio de lo mental para incluir no sólo el cuerpo sino también elementos del entorno local del agente. Es importante advertir que este alejamiento de nuestra imagen psicológica popular no es el resultado de una extravagancia filosófica, ni un mero razonamiento de sillón. Más bien, la teoría de la mente extendida extrae consecuencias filosóficas de las ciencias cognitivas. Es por ello que la mente “Extendida” es una de las “E” que constituyen el famoso marco de estudio de la cognición llamado Cognición 4E, siendo las otras la concepciónenactiva, incrustada (embedded) e incorporada (embodied). El terreno común de estos enfoques es que para comprender la mente humana debemos atender cuidadosamente a la relación entre el organismo y su entorno.

            En esta entrada conoceremos los pilares básicos de la teoría de la mente extendida, así como diversas objeciones, formulaciones y aplicaciones recientes. El plan es el siguiente: comenzaremos atendiendo a la formulación original de la teoría de la mente extendida (§1). En segundo lugar revisaremos las objeciones más relevantes y esbozaremos sus principales respuestas (§2). Continuaremos con la presentación de distintas formulaciones que han dado lugar a distintas olas dentro de la teoría de la mente extendida (§3), para finalizar con una breve presentación de los debates actuales y aplicaciones de esta teoría (§4).

1. Mente Extendida

En esta sección vamos a conocer la teoría de la mente extendida tal y como fue propuesta por Andy Clark y David J. Chalmers (1998).

            En su ya canónico artículo, Andy Clark y David J. Chalmers presentan la teoría de la mente extendida como un externalismo activo. El carácter activo del entorno en la cognición aleja a la teoría de la mente extendida de un externalismo semántico menos radical y más establecido bajo el cual el entorno juega un papel en la determinación del contenido de los estados mentales (Burge, 1986; Putnam, 1975). Si bien en esta forma de externalismo semántico se afirma la importancia del entorno en los estados mentales, estos estados mentales quedan confinados dentro del cráneo del sujeto, asumiendo así un intracranialismo cognitivo. Por el contrario, de acuerdo con la teoría de la mente extendida, diversos elementos del entorno (principalmente dispositivos tecnológicos y artefactos de distinta índole, aunque no sólo) juegan un papel aún más activo en la cognición hasta el punto de que dadas ciertas condiciones pueden llegar a ser genuinos componentes de la mente de un sujeto.

            La estrategia que promueven los teóricos de la mente extendida es la siguiente: una vez que reconocemos que algo juega un rol cognitivo, su localización no es relevante. Para ayudarnos a llevar a cabo esta estrategia e identificar un bio-prejuicio, es decir, un prejuicio que prioriza aquello que sucede dentro de la barrera del organismo a la hora de determinar el espacio genuino de lo mental, nos ofrecen el Principio de Paridad:

         Si, cuando abordamos una tarea, una parte del mundo funciona como un proceso que, si tuviera lugar dentro de nuestra cabeza, no dudaríamos en que es parte del proceso cognitivo, entonces esa parte del mundo (defendemos nosotros) es parte del proceso cognitivo. (Clark y Chalmers, 1998, énfasis en el original). 

            Este principio se ha convertido en la marca de identidad de la teoría de la mente extendida, pese a que la cita habla de proceso cognitivo y no directamente de mente (véase más adelante). Para ilustrar su argumento, Clark y Chalmers (1998) se apoyan en el siguiente ejemplo donde plantean tres escenarios en los que una persona juega al Tetris:

  • En un primer escenario, la jugadora tiene que rotar las piezas mentalmente para calibrar cuál es la posición adecuada para encajar la pieza en un hueco.
  • En un segundo escenario, la jugadora puede girar las piezas más rápidamente utilizando una manivela.
  • Finalmente en un tercer escenario nos trasladamos a un futuro cyber-punk (no muy lejano) donde la jugadora posee un implante que le permite realizar rotaciones de manera similar al segundo escenario.

            El objetivo de los teóricos de la mente extendida es mostrar que los tres escenarios son similares funcionalmente. Aún así, parece que estaríamos más dispuestos a aceptar el implante como parte del mecanismo que posibilita el procesos cognitivo de rotación y cálculo, y que consideraríamos que la manivela en el tercer escenario es un mero apoyo o instrumento. El Principio de Paridad nos permite desmantelar este bio-prejuicio subyacente y comprender que los tres escenarios son suficientemente similares. Por ello, a pesar de que la manivela es algo externo al agente biológico, ésta forma parte del proceso cognitivo de la jugadora, del mismo modo que el implante.

            Este ejemplo les permite argumentar a favor de lo que proponen como una primera manera de entender el externalismo activo: la tesis de la cognición extendida. La idea central es que la maquinaría física que implementa procesos cognitivos no incluye exclusivamente al cerebro y el sistema nervioso central sino que dadas ciertas circunstancias ésta puede incluir elementos del entorno. La tesis de la cognición extendida promueve por lo tanto un externalismo de vehículos o de realizadores materiales (ver también Hurley 1998).

            En su dialéctica argumentativa, Clark y Chalmers dan un paso más, y proponen una lectura que se ha considerado aún más radical del externalismo activo. En este caso, la extensión afecta no sólo a los vehículos de los procesos cognitivos (como puede ser recordar o calcular) sino también a los estados mentales de un sujeto, en particular a sus creencias y deseos. En su argumento ofrecen un experimento mental donde aparece Otto, el personaje más famoso de la teoría de la mente extendida. El caso es el siguiente:

  • Otto e Inga: Otto e Inga quieren ir a ver una exposición al MOMA. Inga recuerda que el museo se encuentra en la calle 53 y se dirige hacia allí. Otto sufre una forma leve de Alzheimer y utiliza un cuaderno donde apunta toda la información relevante para su día a día. Antes de dirigirse al MOMA, comprueba en su cuaderno que éste se encuentra en la calle 53 y se dirige hacia allí.

            Ante este caso, sería legítimo adscribirle a Inga la creencia de que “el MOMA está en la calle 53”, incluso antes de que ésta entrase en su mente consciente. Esto responde a una manera muy tradicional de concebir la mente y sobre todo la memoria como una especie de almacén de creencias, creencias que nos permiten explicar la conducta de un agente. Por ello, incluso antes de recordar dónde está el MOMA, podríamos atribuir a Inga una creencia en forma disposicional. Si aceptamos esto, dada la similitud funcional entre ambos casos, los teóricos de la mente extendida concluyen no sólo que el cuaderno de Otto es parte del proceso cognitivo de Otto (en particular de su memoria), sino que su creencia de que el MOMA está en la calle 53 se encuentra en su cuaderno, al menos en su forma disposicional y no ocurrente. Así llegamos a la conclusión de que la mente, y no sólo la cognición de Otto, está extendida.

            En este punto es importante señalar que si bien Clark y Chalmers en la argumentación original distinguen entre cognición y mente extendida, ésta distinción no se mantiene en las formulaciones ulteriores donde los términos ‘mente’ y ‘cognición’ son intercambiables. Dicho esto, esta distinción sí juega un papel relevante en algunos debates recientes en torno a las consecuencias epistemológicas de dicha teoría (ver por ejemplo Carter y Czarnecki, 2016) y que presentaremos brevemente en la sección 4.

            En el artículo original, Clark y Chalmers ofrecen una serie de condiciones adicionales para determinar con mayor precisión la extensión mental. Estas condiciones tratan de garantizar que Otto interactúa con su cuaderno de una forma estable y apuntan a distintas características del perfil funcional de las capacidades cognitivas internas y que tienen que ver principalmente con su disponibilidad, portabilidad y estabilidad. Estas condiciones han sido llamadas posteriormente por Andy Clark (2008a) las condiciones de ‘pegamento y confianza’ (Glue and Trust) y son las siguientes:

  • Disponibilidad: El recurso externo está disponible y el sujeto confía en él y lo invoca normalmente.
  • Fiabilidad: La información recuperada del recurso externo es aceptada más o menos automáticamente por el sujeto, es decir, por lo general, no debe estar sujeto a un escrutinio crítico.
  • Accesibilidad: La información contenida en el recurso debe ser fácilmente accesible cuando sea necesario.

            Clark y Chalmers (1998) consideran también un cuarto criterio bajo la cual la información recuperada del recurso externo (por ejemplo el cuaderno de Otto) debe ser depositada conscientemente por el sujeto. Sin embargo abandonan esta condición por ser demasiado exigente y por romper la similitud entre los procesos y estados internos y los procesos extendidos (ver también Andrada 2019). También es importante señalar que estas condiciones tienen que entenderse como condiciones suficientes no necesarias, puesto que dada la concepción funcionalista liberal sobre la cual se construye la teoría de la mente extendida, y que comentaremos a continuación, hay que dejar espacio para mentes extendidas que tomen distinta forma.

            Una vez aceptada la tesis de la mente extendida, Clark y Chalmers (1998) apuntan brevemente a una posible extensión del yo (self) dado el rol de la memoria en la continuidad psicológica, a la extensión del agente, y a las mentes colectivas, aunque esto queda simplemente esbozado. En la sección 4 de esta entrada volveremos sobre estos tema al presentar los debates recientes.

            Como hemos podido observar, la teoría de la mente extendida se apoya en una concepción funcionalista de la mente. De acuerdo con el funcionalismo, a la hora de individuar un proceso cognitivo o un estado mental lo verdaderamente relevante es el rol que juega dentro de un sistema. La teoría de la mente extendida asume la tesis de la realizabilidad múltiple, uno de los postulados centrales del funcionalismo (Putnam, 1967). Dicha tesis nos dice que una misma función cognitiva puede ser realizada por distintos soportes materiales. Esto conlleva que la implementación de roles cognitivos o mentales no necesita limitarse a un sustrato particular como puede ser el cerebro o el sistema nervioso central. De esta forma, el funcionalismo expande el dominio de lo mental a criaturas distintas a nosotros, como bien pueden ser computadores o, por qué no, seres extraterrestres. Lo importante es que dispongan de mecanismos capaces de implementar determinadas funciones.

            La teoría de la mente extendida da un paso más en esta línea argumentativa y se enfrenta a la idea de que la barrera de la piel, o más precisamente, la barrera del cráneo, sea la barrera que delimita el espacio de la mente. Una cuestión central es cómo individuar las funciones relevantes. De acuerdo con la lectura original de la mente extendida, para individuar una función cognitiva debemos seguir un funcionalismo del sentido común donde la función se individúa atendiendo a descripciones de procesos cognitivos y estados mentales de acuerdo con nociones de psicología popular (Clark, 2008b). Por ejemplo, el rol funcional usualmente asociado con la memoria se caracteriza generalmente en términos del almacenamiento de información para guiar la acción. Por ello, en el caso de Otto e Inga, el argumento central es que el rol implementado por la biomemoria de Inga está funcionalmente a la par con el rol implementado por la interacción de Otto con su cuaderno. Lo mismo sucede con la atribución de creencias. En este sentido, la búsqueda de similitud funcional atiende a funciones individuadas en términos muy generales,aunque hemos de señalar que hay teóricos de la mente extendida que han abogado por un funcionalismo científico donde las funciones son individuadas atendiendo a caracterizaciones científicas (Wheeler, 2010; 2011).

            Esta concepción de la menta extendida constituye lo que John Sutton (2010) ha denominado una primera ola de la teoría de mente extendida, que se verá sucedida por otras formulaciones que veremos en la sección 3 de esta entrada.

2. Objeciones

2.1. La Falacia de constitución por acoplamiento

            Una de las objeciones más conocidas en contra de la teoría de la mente extendida es la falacia de constitución por acoplamiento. Esta objeción fue planteada por Fred Adams y Ken Aizawa (2001), y recogida también por Rob Rupert (2004). La idea es la siguiente: el hecho de que un objeto o proceso esté acoplado causalmente a un agente, no es suficiente para que este objeto constituya o sea parte de dicho agente, o más precisamente, del sistema cognitivo del mismo. En otras palabras, el teórico de la mente extendida confunde acoplamiento o conexión causal con constitución. Ésta es la esencia de la falacia de constitución por acoplamiento.

            En cierto sentido, esta objeción captura algo importante: no todos los tipos de acoplamiento o conexiones causales entre el agente (biológico) y un elemento externo (como bien puede ser un cuaderno u otro tipo de artefacto) son suficientes para constituir algo, es decir, no todos los acoplamientos dan lugar a una extensión cognitiva o mental. Ahora bien, debe notarse que el argumento central de la teoría de la mente extendida no es simplemente que cada interacción o acoplamiento de un agente cognitivo con un elemento externo es un caso de cognición extendida, sino que solamente algunos de estos acoplamientos lo logran. Es tarea, por tanto, de los/las teóricos/as de la mente extendida determinar qué tipos de acoplamientos constituyen casos de extensión. Un argumento establecido indica que sólo los acoplamientos donde hay una conexión causal no lineal (feedback loops) pueden dan lugar a genuinas extensiones (Palermos, 2014). Los promotores de la falacia de constitución por acoplamiento pueden insistir en que la falacia persiste incluso en las relaciones causales no lineales (ver por ejemplo Adams and Aizawa, 2008). Parece que lo que está en juego es una disputa en torno a la naturaleza de la cognición y eso nos lleva a la siguiente objeción.

2.2. La Marca de la Cognición

            Como acabamos de ver, la objeción de la constitución por acoplamiento culmina en una discusión en torno a la naturaleza de la cognición, de tal forma que podamos determinar qué forma y qué no forma parte de ella.  La objeción planteada también por Adams y Aizawa (2001, 2008) sobre la marca de la cognición pretende exactamente eso, de hecho. La marca de la cognición tiene que ser una descripción científicamente informada de lo que significa formar parte de un sistema cognitivo. La idea es poder identificar la naturaleza de la cognición independientemente de la teoría de la mente extendida.

            Adams y Aizawa (2001) defienden que los procesos y estados cognitivos se caracterizan por su contenido no derivado. Este contenido intrínseco (no derivado) debe estar caracterizado por leyes psicológicas que puedan aplicarse a sucesos mentales. Para entender esta distinción entre contenido derivado y no derivado, volvamos brevemente al caso de Otto e Inga. La idea es la siguiente: las inscripciones en el cuaderno de Otto son representaciones derivadas debido a que necesitan de otra entidad (probablemente un sujeto con mente) para que esas representaciones tengan significado. Por el contrario, el contenido del pensamiento de Inga de que ‘el MOMA está en la calle 53’ no es derivado, es decir, no necesita nada más para significar lo que significa, por lo que de acuerdo con Adams y Aizawa (2001) tiene contenido intrínseco o no derivado. Este tipo de contenido es precisamente lo que consideran la marca genuina de los procesos y estados cognitivos.

            Asumamos, en aras del argumento, que ésta es la marca genuina de la cognición. Una lectura permisiva de la marca de la cognición nos diría que la cognición requiere estados con contenido no derivado pero que puede haber estados cognitivos que además del contenido derivado incluyan contenido no derivado. Esta lectura sería perfectamente compatible con la mente extendida puesto que su argumento no es en ningún caso que las inscripciones del cuaderno de Otto por sí mismas constituyen un proceso cognitivo o un estado mental, sino que éste es fruto de la interacción o acoplamiento de estados y procesos internos a Otto y su cuaderno. Ahora bien, si la objeción se plantea de manera restrictiva de forma que un proceso o estado cognitivo tan sólo puede tener contenido intrínseco, entonces no está tan claro que vayamos a encontrar casos de mente extendida.  Es por ello que esta lectura de la objeción deja fuera del dominio de lo mental los casos paradigmáticos de mente extendida.

            Esta estrategia ha suscitado numerosas críticas. En primer lugar hemos de destacar que no todas las teorías en torno a la cognición aceptan la marca del contenido intrínseco y que hay un debate candente dentro de las ciencias cognitivas en torno al origen y a la naturaleza del contenido mental (ver por ejemplo Millikan, 1984; Neander, 2017; Shea, 2018). En segundo lugar, hay quienes han negado la necesidad de una definición de la marca de la cognición previa a la investigación científica. Más bien la dirección tendrá que funcionar a la inversa: los criterios por los que delimitemos los estados o procesos cognitivos deben seguir los avances en la investigación y no vice versa (Menary, 2006).  Finalmente, dentro de los defensores de la mente extendida hay quienes han aceptado la necesidad de una marca de la cognición (Wheeler, 2019) e incluso propuesto un criterio diferente al de Adams y Aizawa (2001). Por ejemplo, Mark Rowlands (2009, 2010) propone una versión de la mente extendida en base a la idea de que la cognición consiste principalmente en los procesos que permiten al sujeto disponer de la información que no estaría disponible sin tal procesamiento. Estos procesos, según Rowlands, incluyen manipulaciones corporales y elementos externos, y por lo tanto la cognición está extendida.

2. 3. Explosión Cognitiva

            Otra objeción usualmente planteada en contra de la mente extendida es el problema de la explosión cognitiva formulada originalmente por Rupert (2004). La idea central de esta objeción es que la teoría de la mente extendida caracteriza de una forma excesivamente permisiva el dominio de lo mental y ello lleva a un problema de sobregeneralización o explosión (ver también Gertler 2014). La discusión en torno a la explosión cognitiva se basa principalmente en los criterios propuestos por Clark y Chalmers (1998) para la extensión mental, es decir, los criterios de ‘Pegamento y Confianza’. Si uno acepta que lo que garantiza la extensión mental son estas condiciones de similitud de perfil funcional, entonces parece que el dominio de lo mental se puede extender fácilmente, por ejemplo, a una guía telefónica o a varios de los dispositivos con los que interactuamos. El problema es que esta facilidad en la extensión trivializa dicha teoría. Una vez más, para frenar la explosión el defensor de la mente extendida tiene que simplemente restringir o identificar más cuidadosamente las condiciones bajo las cuales la cognición se extiende.

3. Distintas olas de mente extendida

Como acabamos de ver las objeciones planteadas en contra de la mente extendida problematizan, por un lado, las diferencias entre elementos internos y externos, y por el otro, apuntan a la falta de concreción de los casos que cuentan como mente extendida. Formulaciones ulteriores de la mente extendida recogen estas preocupaciones. Antes de presentar estas distintas olas es importante señalar que si bien las distintas olas proponen distintas agendas a la hora de explorar la mente extendida, todas comparten la tesis principal, es decir, la idea de que la cognición trasciende los límites del organismo.

            La segunda ola de la mente extendida se caracteriza principalmente por el abandono del Principio de Paridad como una guía útil para el estudio de la mente extendida. Frente a la similitud funcional entre procesos y estados internos y procesos extendidos aparece la noción de complementariedad. La idea central es que procesos internos y externos se complementan al tener funcionalidades diferentes. Tomemos de nuevo el caso de la memoria. Siguiendo el trabajo de Merlin Donald (1991), John Sutton (2010) argumenta que la diferencia entre memorias internas  (engramas) y memorias externas (exogramas) nos permiten comprender las razones por las cuales la memoria se extiende. Por ejemplo, las memorias internas se ven sujetas a efectos de interferencias con otros recuerdos, mientras que las memorias externas (como bien puede ser el cuaderno de Otto) son más estables. Sus diferentes características, frente a su similitud funcional, nos permiten comprender por qué la memoria humana es una memoria extendida. Por ello, si bien el Principio de Paridad permite desmantelar la prioridad de lo interno como lo genuinamente cognitivo, un estudio de la extensión mental debe centrarse en las distintas propiedades de los elementos internos y externos, y en cómo estos se integran y complementan.

            De acuerdo con esta segunda ola de la mente extendida, para comprender la relación complementaria entre elementos internos o externos, o biológicos y no biológicos debemos explorar distintas dimensiones de integración entre los mismos. Un estudio multidimensional nos permite estudiar la mente extendida atendiendo a distintas dimensiones de integración: altos niveles de integración entre organismo y elemento externo (por ejemplo, Otto y su cuaderno) corresponden a casos genuinos de extensión, mientras que niveles más bajos corresponden a instancias de cognición incrustada (embedded) (Sutton, 2010; Menary, 2010). Estas dimensiones se construyen sobre las condiciones de ‘Pegamento y confianza’ previamente mencionadas e incluyen otras dimensiones que permiten investigar las interacciones entre organismo y elemento externo como, por ejemplo, la dimensión de transparencia, que hace referencia a la fenomenología de la mente extendida, o la dimensión de transformación, que atiende a los cambios neuronales y corporales provocados por el uso estable de un artefacto o dispositivo (ver Heersmink, 2014).

            Este enfoque multidimensional permite a los teóricos de la mente extendida responder a la falacia de la constitución así como a la explosión cognitiva. En el primer caso, la idea central es que para diferenciar entre acoplamientos meramente causales y extensiones genuinas, debemos atender a las distintas dimensiones y no solamente a su interacción causal. De un modo similar, la explosión cognitiva se evita mediante un estudio más detallado de las condiciones bajo las cuales la cognición se extiende. A pesar de ello esta vertiente no está exenta de críticas, como por ejemplo, la objeción de que entendida así, esta teoría es menos revolucionaria de lo que inicialmente se propuso en la versión original (Adams y Aizawa, 2008). También surge la posición bajo la cual la extensión mental no es sino un caso especial de los distintos andamiajes de la mente (scaffolded mind) que deben estudiarse dentro del marco del modelo evolutivo de la construcción de nichos (Sterelny, 2010).

            En esta segunda ola también podemos situar la tesis de la manipulación (Rowlands, 1999; 2010). La tesis de manipulación nos dice que los procesos cognitivos se realizan en parte a través de manipulaciones habilidosas en las que el agente activamente transforma y crea estructuras informacionales en su entorno. Estas manipulaciones son cruciales para entender por qué los procesos cognitivos no se localizan exclusivamente dentro del agente biológico y están reguladas normativamente por prácticas culturales de orden cognitivo (Menary, 2007; 2012).

            Finalmente, llegamos a una reciente tercera ola de la mente extendida que desarrolla varios de los presupuestos de la segunda (Sutton, 2010). Michael Kirchhoff y Julien Kiverstein (2019) destacan cuatro características centrales de esta tercera ola. En primer lugar, esta tercera ola rechaza la suposición de que las propiedades de los procesos internos y externos sean fijas debido a su plasticidad. En segundo lugar, esta manera de abordar un estudio de la mente extendida asume que la mente no tiene fronteras estables sino que éstas están siempre abiertas a renegociación. En tercer lugar, la integración cognitiva no está orquestada exclusivamente por el agente individual o por su cerebro, sino que a veces responde a restricciones neuronales, corporales y ambientales. En esta misma línea, defensores de esta tercera ola han promovido un estudio de la extensión mental a través de la participación en sistemas sociales (Gallagher y Crisafi, 2009). Finalmente, esta tercera ola se caracteriza por la importancia de comprender la constitución de la mente extendida en una escala diacrónica atendiendo al desarrollo de distintas habilidades y a la evolución cultural humana.

4. Debates y aplicaciones

En esta última sección esbozaremos brevemente debates recientes y aplicaciones de la teoría de la mente extendida. En primer lugar, existe un amplio debate al respecto de si la mente extendida puede aplicarse a estados mentales ocurrentes (y no simplemente disposicionales) como por ejemplo estados conscientes (Kirchhoff y Kiverstein, 2019) o emociones (Colombetti y Roberts, 2014;  Colombetti y Krueger, 2015). En segundo lugar, podemos preguntarnos por la extensión del yo y el papel de dispositivos y artefactos en la identidad personal (Heersmink, 2020) y en el impacto de nuevas tecnologías en nuestra continuidad psicológica (Clowes, 2015; Sutton y Heersmink, 2020). Esto conecta con el debate en torno a las consecuencias éticas de la teoría de la mente extendida. Si la teoría de la mente extendida es cierta y diversos dispositivos y artefactos son genuinas partes de la mente de un sujeto, entonces se abre un amplio debate en torno a las obligaciones y derechos que deberían regular las extensiones cognitivas (Carter y Palermos, 2016). Finalmente, las consecuencias epistemológicas de la mente extendida ha dado lugar a una epistemología extendida (Carter et. al, 2018). Dentro de esta epistemología de las extensiones, encontramos preguntas alrededor del conocimiento extendido, la autonomía intelectual y el efecto de nuevas tecnologías en diversas prácticas epistémicas. Este extenso debate muestra cómo la teoría de la mente extendida ha dado pie a una fructífera reflexión en distintos ámbitos de la filosofía contemporánea.

5. Conclusión

La teoría de la mente extendida es una teoría acerca de la constitución de la mente humana bajo la cual la mente está formada por estados y procesos neuronales, corporales y medioambientales. Esta tesis puede entenderse de distintas formas: desde una concepción funcionalista bajo la cual algunas funciones cognitivas pueden ser implementadas por distintos mecanismos internos y externos al organismo, a un estudio de la integración entre organismo y recursos heterogéneos. A pesar de sus distintas formulaciones, la teoría de la mente extendida ha situado en el centro del debate filosófico la importancia de un estudio de la mente que no puede desligarse de un estudio de la cultura material y de la  interacción humana en entornos complejos.

Gloria Andrada
(Universidad Autónoma de Madrid)

Referencias

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  • Valdés-Villanueva, L. M. ed., (2011): Sección especial “Extended Mind”, en Teorema: International Journal of Philosophy, 30(2), KRK Ediciones. https://www.unioviedo.es/Teorema/English/Issues/XXX2.html
  • Newen, A., L. De Bruin y Sh. Gallagher (2018): The Oxford Handbook of 4E Cognition, Oxford, Oxford University Press.

Lecturas recomendadas en castellano

  • Broncano, F. (2006): “Sujeto y Subjetividad en la Mente Extensa”, Revista de Filosofía, 31(2), pp. 109-133.
  • — (2015): “Extensiones Cognitivas”, [manuscript].
  • Vega-Encabo, J. (2005): “Mentes Hibridas”, AIBR: Revista de Antropología Iberoamericana, Ed. Electrónica Núm. Especial, Noviembre-Diciembre 2005, pp. 1-36.

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Andrada, Gloria (2021): “Mente Extendida”, Enciclopedia de la Sociedad Española de Filosofía Analítica (URL: http://www.sefaweb.es/mente-extendida/)

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