1. Introducción
La referencia puede ser entendida como una relación entre lenguaje y mundo y, si bien ha cambiado cómo dicha relación se define, siempre se trata del estudio de dicha relación (Evans, 1982). La referencia a eventos es, por lo tanto, la relación entre ciertas expresiones lingüísticas y ciertas entidades en el mundo. Así, cuando hablamos de eventos, hablamos de eventos en el mundo y no de una categoría de la semántica de la lengua natural. Cuando hablamos de una explosión, por ejemplo, hablamos de algo que sucedió:
(1) La explosión del artefacto atemorizó especialmente a los parlamentarios andinos. (CORPES XXI)
Aceptar que hablamos de un evento particular en el mundo involucra un realismo respecto de los eventos, como en la propuesta de Davidson (1981), que no está exenta de problemas (Evnine, 1991) ni es la única alternativa posible. Quine (1985, p. 167), por ejemplo, defiende que los eventos deben ser asimilados a objetos o a tipos de constructos sobre objetos. No hay, por lo tanto, una única aproximación metafísica al carácter ontológico de los eventos. Desde una perspectiva davidsoneana, se suele defender que los eventos (como entidades existentes en el mundo) son particulares concretos (y no universales) –puedo hablar de un terremoto, de dos terremotos, de tres terremotos, etc.–; son espaciotemporalmente continuos –la escritura de esta entrada para la enciclopedia ocurre aquí en mi escritorio y ahora, en el momento en que pare, dejará de ser este mismo evento y, cuando vuelva a escribir, pasará a ser otro evento con distintas características– (contra Lemmon, 1963); e interactúan causalmente –el cantar del pájaro afuera de mi ventana causa que pierda mi concentración–. Algunos autores defienden que los eventos son independientes de nuestro conocimiento del mundo, de nuestra cultura y sociedad – un juego de ajedrez puede ser concebido como un evento nominal (Faye, 1989) o como un hecho social (Searle, 1995), pero no como un evento particular concreto–. Más allá de las características ontológicas que se acepten, se suele defender que la lengua es usada para hablar de eventos y que es posible establecer una relación entre un término singular y aquella entidad particular a la que referimos (Davidson, 1981).
2. La referencia a eventos
La referencia a eventos se da a partir del uso de ciertas expresiones lingüísticas que nos permiten seleccionar eventos. Sin embargo, esa selección no se da solo mediante la emisión/enunciación de una expresión referencial. La cooperación (Grice, 1975) debe ser considerada para que el acto de referencia sea exitoso (Clark y Bangerter, 2004). Para referir es necesario, entonces, usar ciertas expresiones con la intención (Anscombe, 1963) de referir en un contexto comunicativo determinado (Korta y Perry, 2011). Para referir a eventos, podemos, por ejemplo, usar descripciones definidas que contengan sustantivos de evento (como “tormenta”, “corrida”, “patada”, entre otros) en un contexto que le permita a la audiencia saber que estoy hablando de un evento determinado.
En lingüística, los sustantivos de evento suelen ser definidos como aquellos que no se relacionan con objetos físicos, sino con “acontecimientos o sucesos” (Bosque, 1999, p. 51) y deberían poder formar términos singulares que puedan ser usados para referir a eventos. Estos sustantivos pueden ser simples, como “tormenta”, pueden formarse a partir de una transformación de un verbo en un nombre (de “construir” obtenemos “construcción”) o a partir de la transformación de un nombre en un sustantivo de evento (de “bicicleta” formamos “bicicleteada”). Los dos últimos procesos son conocidos en lingüística como nominalizaciones.
Hay, a primera vista, tres formas reconocidas para referir a eventos: la primera resulta de la construcción de un término singular con una nominalización de evento (como “la explosión del artefacto”), la segunda resulta de un término singular con un sustantivo de evento simple que no se relaciona con una nominalización (como en “El maremoto del sudeste de Asia”) y, la tercera se da mediante el uso de nombres propios de evento (como los que suelen darse a huracanes, como el huracán “Katrina”). Aunque estos términos singulares pueden aparecer en distintas posiciones sintácticas, la posición de sujeto puede ser entendida como la prototípicamente referencial. Es en ella en la que podemos atribuirle propiedades a los eventos a los que referimos, como puede observarse de (2) a (4):
(2) La explosión del artefacto atemorizó especialmente a los parlamentarios andinos. (CORPES XXI)
(3) El maremoto del sudeste de Asia tuvo un efecto revulsivo sobre todos los terrícolas. (CORPES XXI)
(4) Así, Katrina deja su huella en ambos lados del golfo de México. (CORPES XXI)
Estas expresiones eventivas son usadas para referir a eventos y para identificar aquellos eventos de los que se habla a partir de relaciones causales que tuvieron con otros eventos. En los tres ejemplos, el hablante (o el escribiente) tiene la intención de atribuirle ciertas consecuencias a tales eventos: la explosión atemoriza, el maremoto causa revulsión y Katrina deja huellas. La posibilidad de construir términos singulares con sustantivos de evento y nombres propios le permite al hablante referir al evento particular (Davidson, 1981; Vendler, 1967).
3. Características de los términos singulares que se usan para referir a eventos
Debido a que se asume en esta entrada que los eventos son entidades particulares concretas, espaciotemporalmente continuas, que interactúan causalmente y son independientes de nuestra cultura y osicedad (Davidson, 1981; Cleland, 1991; Simons, 2003; Polakof, 2017), es posible establecer que no todo sustantivo de evento podrá ser usado para referir a un evento particular. Hay sustantivos, como “construcción” y “guerra”, que –aunque puedan formar términos singulares como “la construcción” y “la guerra”– no pueden estar relacionados con eventos particulares. El primero involucra semánticamente dos subeventos, una actividad que causa un estado resultante (Pustejovsky, 1995; Polakof, 2013), por lo que no puede relacionarse a priori con un único evento. El segundo, que puede ser clasificado como una actividad, pertenece a la clase de entidades que pueden ser declaradas. No es independiente de nuestra cultura y de nuestra sociedad, por lo que es posible preguntar si refiere a un único evento o si refiere, por otro lado, a un evento nominal (Faye, 1989) o a un hecho social (Searle, 1995). El problema, entonces, se reduce a ver si es posible establecer ciertos criterios lingüísticos que permitan dar cuenta de cuándo un término singular refiere a un evento particular y cuándo no.
Se han propuesto varios criterios lingüísticos que permiten diferenciar sustantivos de evento complejos -como “construcción”– de sustantivos de evento simples –como “examen”– (Grimshaw, 1990; Alexiadou, 2001; Resnik, 2010, Polakof, 2013). Sin embargo, existe poca literatura sobre criterios de referencia a eventos. Por este motivo, nos centramos en el trabajo de Polakof (2017) que argumenta que es posible proponer criterios que permitan diferenciar términos que pueden referir a eventos particulares, de los que no. Estos criterios deben permitir establecer cuándo no referimos a un evento particular concreto debido a que no es un particular concreto, y cuándo no referimos a ellos porque estamos hablando de hechos sociales. De la misma manera, debe permitirnos reconocer cuándo sí pueden ser usados para referir a eventos particulares concretos.
Para reconocer cuándo un término singular puede ser usado para referir a un único evento concreto, primero, deben: poder combinarse con predicados extensionales como “mirar”/“oír”/“ocurrir”/“tener lugar”, poder ser modificados por adjetivos eventivos como “fuerte” y “rápido”, y por modificadores durativos como “de 2 horas”. Segundo, deben aparecer en singular y no ser modificados por palabras como “frecuente” y “constante”, ni ser modificados por adjetivos colectivos como “populoso” y “numeroso”. Dado que, en estos casos, el sustantivo ya no conformaría un término singular.
Para reconocer cuándo no refieren a un evento sino a un hecho social, no deben ser argumentos de formas performativas como “declarar” y “defender”, ni ser argumentos de verbos como “ganar” o “jugar”, ni ser modificados por adjetivos relacionales como “nacional” (Polakof, 2017a). Como nos ocupa la referencia a eventos particulares, estos criterios permiten descartar todo término singular que pueda ocurrir en esas estructuras.
Los primeros criterios nos aseguran que sean concretos, pues suele suponerse que solo entidades concretas pueden ser percibidas, ser fuertes o rápidas y tener cierta duración. Los segundos se relacionan con la particularidad. Se habla de la referencia a un único evento, por lo que los términos deben ser singulares y no pueden combinarse con palabras que implican la reiteración del evento como “frecuente”. Los últimos se relacionan con el hecho de que los eventos no son hechos sociales, y por lo tanto no pueden ser declarados, ganados ni nacionales. Veamos algunos ejemplos:
(5) (….) Bush declaró la guerra global al terrorismo. (CORPES XXI)
(6) La constante construcción de rellenos, puertos deportivos, muelles y otras modificaciones artificiales de la costa, están produciendo un grave daño. (CORPES XXI)
(7) Ganamos el partido con un fútbol estelar. (CORPESXXI).
Es posible observar que un sustantivo como “guerra” integra descripciones que pueden combinarse con verbos como “declarar” y ser modificadas por adjetivos relacionales como “global”, en (5). Por este motivo, podemos establecer que, si se corresponde con algo, no es con un evento particular. Lo mismo puede ser dicho de “construcción”, que aparece modificada por “constante”, en (6), y de “partido”, que puede ser complemento de un verbo como “ganar”, en (7). De esta manera, se eliminan los sustantivos de evento que no pueden ser usados para referir a eventos particulares. Los términos singulares que incluyen dichos sustantivos se relacionan o con cuestiones socio-culturales, o con múltiples eventos. Los sustantivos de evento que pueden ser usados para referir a eventos particulares no pueden formar términos singulares que puedan combinarse con verbos como “declarar”, “ganar” y “jugar”. Tampoco, pueden ser modificados por adjetivos relacionales, ni ser modificados por “frecuente” y “constante” sin tener una interpretación de iteración –significado que no es necesario con sustantivos como “construcción”, como puede observarse en:
(8) *Él declaró/defendió la tormenta/ la explosión.
(9) *Ganamos la tormenta/ la explosión.
(10) #La explosión/#la tormenta frecuente/constante produce daños al medio ambiente.
Los últimos ejemplos resultan anómalos semánticamente debido a distintas incompatibilidades. No es posible declarar eventos particulares, por lo que el resultado da una oración que no puede ser interpretada naturalmente, en (8). No es posible ganar una tormenta, por lo que la combinación entre el verbo y el término singular, en (9), resulta agramatical. Aunque sea posible que haya tormentas o explosiones frecuentes, dicha combinación implica que se habla de múltiples eventos y no se refiere, en esos casos, a un evento particular, como en (10). La consideración de los criterios en su totalidad nos permite determinar qué términos singulares constituidos por sustantivos de evento pueden ser usados para referir a un evento particular.
Finalmente, es posible observar que esos términos singulares que no pueden combinarse con modificadores que indicarían múltiples eventos o hechos sociales, sí pueden combinarse con elementos que nos ayudan a señalar que estamos frente a un evento particular:
(11) La fuerte tormenta causó otro choque. (CORPES XXI)
(12) La caída del aparato se produjo en un aeródromo cerca de la localidad fronteriza de Valença do Minho, y tuvo como consecuencia la muerte de Pío Jesús López. (CORPES XXI).
En (11), tenemos la combinación de un nombre simple de evento “tormenta” con “fuerte” presentado como la causa de otro evento. En (12), tenemos un término singular formado con una nominalización de evento, “caída”, que puede ser ubicado espacio-temporalmente y causa otro evento que es la muerte de una persona.
En el caso de los nombres propios, los criterios cambian. Su presencia resultaría agramatical en varias de las estructuras consideradas, pues no pueden ser modificados, aunque sí pueden aparecer –como los otros términos singulares que analizamos– en construcciones que evidencian la singularidad del evento. En (13), podemos localizar al huracán particular en un lugar determinado en un tiempo determinado gracias al uso del nombre propio “Katrina”:
(13) Katrina llegó a Nueva Orleans el lunes 29. (CORPES XXI)
Estos breves ejemplos muestran que los criterios presentados son suficientes para diferenciar entre sustantivos de evento que pueden ser usados para referir a eventos particulares, pues cumplen los criterios establecidos, de aquellos que no. A su vez, se ha evidenciado que los nombres propios ocurren en contextos que permiten referir singularmente a eventos. Además de cumplir con estos criterios lingüísticos, los términos deben ser usados por un hablante con la intención (Anscombe, 1963) de que su audiencia pueda saber de qué cosa específica habla y qué predica sobre ella (Korta y Perry, 2011). Es decir, que aquellas personas que nos escuchan puedan saber de qué evento en particular hablamos.
4. Conclusiones
Es posible referir a eventos particulares mediante el uso de descripciones definidas que contienen sustantivos de evento (que pueden ser nominalizaciones deverbales o nombres simples de evento) para referir a eventos (Davidson, 1981; Vendler, 1967). Es posible, también, referir a eventos mediante el uso de nombres propios como “Katrina”. El uso de la lingüística permite perfeccionar la técnica que nos permite establecer con qué expresiones referimos a eventos. Es importante reconocer que, en esta entrada, se ha tratado a los eventos como particulares concretos y se ha analizado únicamente la referencia singular a eventos. No se han considerado otras posibilidades como hacer referencia a eventos mediante indéxicos o demostrativos. Por esto, se ha hablado de términos singulares, de número singular y de eventos particulares. Esta breve entrada ha mostrado que podemos analizar la referencia teniendo en cuenta criterios semántico-sintácticos, además de criterios pragmáticos.
Ana Clara Polakof
(Universidad de la República – Uruguay)
Referencias
- Alexiadou, A. (2001): Functional Structure In Nominals: nominalization and ergativitiy, Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins Publishing Company.
- Anscombe, G.E.M. ([1957] 1963): Intention, 2ª ed., Cambridge/Massachusets/London, Harvard University Press.
- Bosque, I. (1999): “Sustantivos eventivos”, en Bosque, I. y V. Demonte, Dirs., Gramática descriptiva de la lengua española, Tomo 1, Capítulo 1, §1.5.2.4, pp. 51-53, Madrid, Espasa.
- Clark H. H. y A. Bangerter (2004): Changing Ideas about Reference, en NOVECK, I.A. y D. SPERBER, eds., Experimental pragmatics, London, Routledge, 2004. p. 25-49
- Cleland, C. (1991): “On the individuation of events”, en Synthese, 86, pp. 229-254.
- Davidson, D. ([1981]2001): Essays on actions and events, Berkeley, University of California.
- Evans, G. (1982): The Varieties of Reference, Oxford, Clarendon Press.
- Evnine, S. (1991): Donald Davidson, Stanford, Stanford University Press.
- Faye, J. (1989): The reality of the future: An essay on time, causation and backward causation, Odense, Odense University Press.
- Grice, H.P. (1975): Logic and conversation, en Cole, P. y J. L. Morgan, eds., Syntax and Semantics, Vol. 3, Speech Acts, New York, Seminar Press, p. 113-28.
- Grimshaw, J. (1990): Argument Structure, Cambridge/ Massachusetts/ London, The MIT Press.
- Korta, K. y J. Perry. (2011): Critical Pragmatics. An Inquiry into Reference and Communication, Cambridge, Cambridge University Press.
- Lemmon, J. (1967 ): “Comments on D. Davidson’s”, en RESCHER, N. ed., The Logic of Decision and Action, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, pp. 96-103.
- Polakof, A.C. (2013): “La estructura funcional de las nominalizaciones deverbales de evento y resultado a partir de verbos de realización”, en Anuari de Filologia. Estudis de Lingüística, 3, pp. 113-144.
- Polakof, A.C. (2017): “Why are events, facts, and states of affairs different?”, en Disputatio,44, pp. 99-122.
- Polakof, A.C. (2017a): “La referencia a eventos y su soporte lingüístico”, en Rasal: Lingüística, pp. 137-154.
- Pustejovksy, J. (1995): The Generative Lexicon, Cambridge, MIT Press.
- Quine, W. (1985): “Events and Reification”, en LePore, E. y B. McLaughlin, eds., Actions and Events, Basil Blackwell, New York, pp. 162-71.
- Real Academia Española: Banco de datos (CORPES XXI) [en línea]. Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES). <http://www.rae.es> [consultado e19/11/2020]
- Resnik, G. (2010): Los nombres eventivos no deverbales en español, Tesis de doctorado. Barcelona, Universitat Pompeu Fabra.
- Searle, J. (1995): The Construction of Social Reality, New York, The Free Press.
- Simons, P. (2005): “Events”, en Loux M. J. y D. W. Zimmerman, eds., The Oxford Handbook of Metaphysics, pp. 357-385, Oxford/New York, Oxford University Press. DOI: 10.1093/oxfordhb/9780199284221.003.0013
- Vendler, Z. (1967): “Facts and events”, en Linguistics in Philosophy, p.122-146.
Cómo citar esta entrada
Polakof, Ana (2020): “La referencia a eventos”, Enciclopedia de la Sociedad Española de Filosofía Analítica (URL: http://www.sefaweb.es/la-referencia-a-eventos/).