La referencia

1. Introducción. Dos aproximaciones a la referencia

Las palabras que usamos nos permiten hacer afirmaciones acerca del mundo porque están conectadas con las cosas acerca de las cuales hablamos. Si una proferencia de “Nana es una gata” expresa algo verdadero es porque el nombre “Nana” refiere a un animal, y el predicado “es una gata” refiere a un atributo que la caracteriza correctamente. ¿Qué hace posible que nuestras palabras se conecten con el mundo? Esta es la pregunta fundamental de la teoría de la referencia.

Podríamos decir que la teoría de la referencia es el fundamento de la semántica, ya que esa conexión entre palabras y cosas hace posible que las oraciones representen situaciones reales o posibles, es decir, que expresen proposiciones que tienen condiciones de verdad, condiciones que nos dicen cómo habría de ser el mundo para que esas proposiciones sean verdaderas.

En general podemos identificar dos aproximaciones distintas a la pregunta fundamental de la teoría de la referencia. Por un lado, una aproximación que otorga un papel exclusivo a las mentes de los hablantes, a la información que poseen y a sus creencias, a la hora de explorar cómo se determina la referencia de una expresión lingüística. Por otro lado, un enfoque que incide especialmente en factores objetivos, sociales y físicos, para dar cuenta de la determinación de la referencia de los términos del lenguaje.

El primer enfoque se puede caracterizar como internista, ya que aquello que determina la referencia de una expresión se halla en la mente del hablante, o le es cognitivamente transparente. El segundo enfoque es fundamentalmente externista ya que los factores causales o sociales que determinan la conexión de una expresión con su referente pueden no ser factores mentales, y pueden llegar a ser desconocidos por el hablante.

Las dos formas de concebir la relación de referencia son opuestas y hay una discusión muy activa entre los proponentes de cada enfoque, cuyas objeciones y respuestas les han llevado a perfilar progresivamente las respectivas posiciones. Aquí nos centraremos primordialmente en las discusiones iniciales y en los aspectos más básicos.

2. El descriptivismo. Un enfoque internista

El descriptivismo postula que lo que determina la referencia de un término son las descripciones que los hablantes asocian a dicho término. Así por ejemplo, un término singular, el tipo de término que se aplica a un individuo y que usualmente constituye el sujeto gramatical de la oración, como “George Eliot” refiere a la famosa novelista del siglo XIX porque los hablantes asocian el nombre con una descripción como “la autora de Middlemarch”. Los términos generales, términos que se aplican a varios individuos, como “tigre”, o a varias muestras de una substancia, como “agua”, también refieren gracias a la mediación de descripciones como, por ejemplo, “los grandes felinos de pelaje dorado y rayado” o “la substancia que cae de las nubes en forma de lluvia y que llena nuestros ríos y lagos”. Esta es una aproximación internista a la teoría de la referencia porque las descripciones que determinan aquello a lo que refieren los términos que usamos están, por así decir, en las mentes de los hablantes, les son cognitivamente accesibles.

El descriptivismo es, sin duda, un enfoque extremadamente plausible. Cuando incorporamos un término a nuestro vocabulario, lo hacemos porque aprendemos algo nuevo, algo que identifica la referencia del término y que lo hace significativo. Empezamos a usar el nombre “Aristóteles” porque en una clase introductoria de filosofía se nos dice que Aristóteles fue un gran filósofo griego, que defendió la teoría del hilemorfismo, etc. Sin esa información, la palabra es un sonido vacío para un hablante. Parece obvio, pues, que esa información identificadora determina aquello acerca de lo cual hablamos cuando usamos el término.

La presentación más tradicional del enfoque descriptivista es la versión individualista sugerida por Gottlob Frege (1892, n. 1) y por Bertrand Russell (1910, pp. 114 y 123), según la cual cada hablante asocia su propia descripción a un término y, en principio, distintos hablantes pueden asociar descripciones distintas. Esto, naturalmente crea problemas a la hora de dar cuenta de la comunicación. Según Frege, la comunicación consiste en la transmisión de un pensamiento, una proposición. Supongamos que un hablante asocia a “Aristóteles” la descripción “el discípulo de Platón nacido en Estagira” y otro hablante asocia la descripción “el filósofo griego que defendió la teoría hilemórfica”. Cuando el primero de ellos profiere “Aristóteles fue un gran filósofo” y el segundo asiente, ¿qué proposición expresa el primero, y a qué proposición asiente el segundo? Aunque se puede argumentar, como Frege mismo lo hizo, que lo importante es que ambos están hablando acerca de (refiriendo a) el mismo individuo, en realidad no están ambos aprehendiendo la misma proposición. Este es un problema que no surgiría si el descriptivismo postulase que a cada término le corresponde una única descripción que todos los hablantes del lenguaje comparten; una especie de definición como las proporcionadas por un diccionario. Esta versión parece plausible para ciertos términos. Por ejemplo, se puede argumentar que el término “tungsteno” se define como “la substancia cuyo número atómico es 74” y que un hablante que desconoce esta definición no es un usuario competente del término. Pero esta forma de concebir el descriptivismo no parece plausible para una gran cantidad de términos del lenguaje. Por ejemplo no hay una definición única que todos los hablantes compartan de una palabra como “agua”. Incluso en el caso del tungsteno, un cocinero que compra cuchillos de tungsteno por su dureza y precisión puede desconocer el número atómico de ese metal. Y, por supuesto, para nombres propios parece obvio que no hay una única definición de diccionario.

En la versión social del descriptivismo que defendió John Searle (1958), la comunidad lingüística asocia un combinado [“cluster”] de descripciones a un término, y el referente es aquello que satisface un número suficientemente importante de los atributos asociados con el término. Distintos hablantes pueden asociar parte de ese combinado al término; no es preciso que todo el combinado se encuentre en la mente de ningún hablante en particular. Distintos atributos tienen pesos diferentes y algunos de ellos pueden ser erróneos. Por ejemplo, en el caso de “Aristóteles”, ser filósofo es un atributo con más peso que haber nacido en Estagira. Es incluso posible que sea un error situar el nacimiento de Aristóteles en Estagira. Es crucial, sin embargo, que haya un núcleo de atributos con alto peso que sean suficientes para determinar un referente.

En cualquiera de las versiones del descriptivismo, se supone que las descripciones asociadas, o el combinado asociado, deben individualizar o, dicho de otro modo, deben seleccionar un referente específico. En caso contrario, el término en cuestión carece de referencia.

El enfoque descriptivista explica de forma natural cuestiones de suma importancia para la filosofía del lenguaje, por ejemplo, por qué un hablante que ha aceptado como verdadera una oración como “Cicerón era un orador romano” puede dudar de la verdad de “Marco Tulio era un orador romano”, a pesar de que ambos nombres son correferenciales. Esas dos oraciones difieren en valor cognitivo: un hablante competente puede aceptar una y rechazar la otra. Y eso se explica, según el enfoque descriptivista, porque el hablante en cuestión asocia una descripción a “Cicerón” (digamos, “el senador romano que denunció la conspiración de Catilina”) y otra descripción distinta a “Marco Tulio” (por ejemplo “el autor de De Amicitia”).

De la misma forma, el descriptivismo también explica cómo es posible que “María cree que Cicerón era un orador romano” pueda ser verdadera en tanto que “María cree que Marco Tulio era un orador romano” pueda ser falsa. Desde el punto de vista descriptivista, las dos oraciones subordinadas no aseveran simplemente que un cierto individuo era orador romano, sino que expresan proposiciones distintas. Una de ellas expresa que el senador que denunció a Catilina era un orador romano, cosa que no es lo que asevera la otra oración.

3. Argumentos anti-descriptivistas de Kripke y Donnellan

El descriptivismo fue durante mucho tiempo el enfoque dominante en la teoría de la referencia. Pero en 1970 Saul Kripke y Keith Donnellan, separadamente, aportaron importantes argumentos en su contra, aunque la contribución de Kripke no se publicó hasta 1980.

Kripke y Donnellan observaron que a menudo usamos un término sin estar en posesión de información individualizadora, es decir, sin estar en posesión de información asociada al término que seleccione un referente específico determinado. Por ejemplo, Kripke observa que muchos hablantes asocian al nombre “Richard Feynman” la descripción “un físico contemporáneo famoso”, pero esa descripción no distingue Richard Feynman de otros muchos físicos contemporáneos famosos. Si el enfoque descriptivista fuese correcto, deberíamos decir que el nombre “Richard Feynman”, tal como lo usan muchos hablantes, carece de referencia, que los hablantes que se preguntan si Feynman trabajó para el MIT o para Cal Tech no están hablando de nadie pues la información descriptiva que asocian al nombre no consigue seleccionar un referente. Pero claramente, argumenta Kripke, esos hablantes refieren a un individuo. Este argumento, que se conoce típicamente como el argumento de la ignorancia, muestra, según Donnellan, que estar en posesión de una descripción definida que seleccione un referente no es necesario, pues los hablantes refieren a un individuo a pesar de que desconocen una descripción que lo especifique.

Por otro lado, Kripke y Donnellan observaron también que a menudo asociamos a un nombre descripciones erróneas. Por ejemplo, muchos hablantes asocian a “Cristóbal Colón” la descripción “el primer europeo en llegar a América”, pero esa descripción en realidad se aplica a algún navegante vikingo que llegó al nuevo continente durante el siglo XI. A pesar de ello, los hablantes que discuten si Colón nació en España o en Italia definitivamente no están hablando acerca de un vikingo. Este argumento, conocido como el argumento del error, muestra, según Donnellan, que asociar una descripción no es suficiente para referir al individuo seleccionado por la descripción en cuestión, pues el nombre “Cristóbal Colón” no refiere al vikingo que satisface la descripción asociada. Argumentos similares a los de la ignorancia y el error también pueden ser fácilmente construidos para términos generales, como “tigre” o “agua” (véase Fernández Moreno, 2016).

Podría parecer que los argumentos de la ignorancia y el error no afectan el descriptivismo social de Searle, pues un hablante individual puede ignorar información individualizadora, o asociar atributos erróneos a un nombre. Para que un uso de un nombre refiera, según esta versión del descriptivismo, basta con que el combinado que la comunidad de hablantes en su totalidad asocia al nombre seleccione un único individuo, y que los atributos que se asocian erróneamente no estén entre aquellos que más peso tienen a la hora de determinar la referencia. Pero el descriptivismo propuesto por Searle tampoco es inmune a las críticas de Kripke y Donnellan, pues puede ocurrir que las descripciones contenidas en el combinado que la comunidad de hablantes asocia al nombre no determinen un único individuo como referente, al ignorar los miembros de la comunidad información individualizadora. Y también puede ocurrir que las descripciones con más peso del combinado sean erróneas. Por ejemplo, durante mucho tiempo se creyó que los neutrinos carecían de masa. Esa propiedad estaba en el centro mismo del combinado de descripciones atribuidas a los neutrinos. Fue una sorpresa para la comunidad científica descubrir en 1998 que los neutrinos tenían masa. Ese descubrimiento no podría tener sentido si carecer de masa fuese uno de los atributos centrales que contribuían a determinar la referencia de “neutrino”; deberíamos más bien pensar que la palabra “neutrino” tal como se usaba antes de 1998 no refería a nada y no que estábamos equivocados acerca de las propiedades centrales de los neutrinos.

4. Una aproximación externista a la referencia. El enfoque histórico-causal

Los argumentos anti-descriptivistas de Kripke y Donnellan son primordialmente negativos; están destinados a mostrar que el descriptivismo no da cuenta de qué es lo que hace que un término refiera, pues asociar una descripción a una expresión no es ni necesario ni suficiente para determinar la referencia.

Pero Kripke y Donnellan sugieren también, a grandes pinceladas, una teoría positiva de la determinación de la referencia, una aproximación que se conoce como el enfoque histórico-causal. Kripke y Donnellan observan que, típicamente, la referencia de un nombre queda fijada por ostensión, en un bautismo más o menos formal, en el que la entidad nombrada está presente y es percibida por los participantes en el bautismo o acto de nombrar. Algo parecido ocurre cuando se nombra una substancia o una especie, por ejemplo, a partir de la observación de algunos de sus ejemplares. Posteriormente, los participantes en el acto inicial en el que el nombre se conecta con la cosa o la clase de cosas, usan el nombre y lo transmiten a otros miembros de la comunidad lingüística, creándose así una especie de cadena de comunicación en la que la capacidad de referir usando el término en cuestión es transmitida de generación en generación.

Esta aproximación intuitiva a la introducción y transmisión de los nombres de cosas o de clases de cosas ha sido posteriormente desarrollada por Michael Devitt y Kim Sterelny (1999). Devitt y Sterelny mantienen una posición filosófica de corte fisicalista, y defienden que el acto de bautismo, así como la transmisión de la capacidad de referir, se explican en términos puramente causales y físicos que pueden no ser aprehendidos por las mentes de los hablantes.

Pero tanto Kripke como Donnellan, Devitt y Sterelny observan que el bautismo inicial de un objeto o una clase de cosas también puede hacerse a través de una descripción definida. Por ejemplo, Kripke menciona el caso de Leverrier que introdujo el nombre “Neptuno” usando la descripción “el planeta que causa alteraciones en la órbita de Urano” mucho antes de que se hubiese observado Neptuno con un telescopio. Dado que la referencia puede ser establecida mediate una descripción, ¿qué es lo que hace que el enfoque de estos filósofos no sea una forma de descriptivismo? La diferencia crucial entre el descriptivismo y el enfoque histórico-causal se halla en la concepción de la transmisión. Para los defensores del enfoque histórico-causal, los usuarios de un nombre pueden no conocer la descripción que fue usada originalmente para fijar la referencia. Muchos usuarios actuales de “Neptuno” desconocen dicha descripción. Por tanto, la capacidad de referir, según los defensores del enfoque histórico-causal, se transmite sin necesidad de transmitir la descripción responsable de la fijación de la referencia.

Este enfoque es externista: lo que determina la referencia de un uso de “Neptuno” por parte de un hablante real no es lo que ese hablante tiene en su mente. Un hablante puede asociar al nombre “Neptuno” una descripción como “un planeta de nuestro sistema solar“, que no individúa a Neptuno, ni a ningún otro planeta, o incluso pueden asociar una descripción errónea como, por ejemplo, “el sexto planeta de nuestro sistema solar” que designa a Saturno. A pesar de lo que tenga en mente, un hablante de nuestra comunidad que usa la palabra “Neptuno” refiere a Neptuno, en virtud del hecho de ser un vínculo en la cadena de transmisión del lenguaje, y un miembro de una comunidad de hablantes que usa un nombre con una historia referencial que lleva hasta el planeta Neptuno, un hecho objetivo, físico y social que puede no tener una representación fidedigna en la mente del hablante.

El enfoque histórico-causal no niega que las intenciones y los estados mentales de los hablantes juegan un papel fundamental en los procesos por los que un término llega a conectarse con su referente. Lo que niega el enfoque es que todos los elementos que determinan esa conexión referencial tengan que ser cognitivamente accesibles a los hablantes.

5. Externismo, referencia y condiciones de verdad. Proposiciones singulares

El enfoque histórico-causal es una aproximación a la referencia, es una forma de explicar cómo un término del lenguaje se conecta con una parte del mundo. Pero el enfoque va de la mano de una teoría de las condiciones de verdad, de las proposiciones expresadas por proferencias de oraciones. Desde el punto de vista externista, las condiciones de verdad de proferencias de “Marco Tulio era orador” y “Cicerón era orador” (dos oraciones que se distinguen únicamente por la presencia de dos nombres correferenciales distintos) son las mismas: son verdaderas justamente si el individuo al que los nombres refieren era un orador. Esas condiciones de verdad son, por tanto, singulares: dependen de si el referente ejemplifica la propiedad que se le atribuye. Así pues, las proposiciones que expresan las proferencias de esas dos oraciones, lo que aseveran, es lo mismo: que un cierto individuo tenía la propiedad de ser orador dado que, desde el punto de vista externista, no hay una descripción asociada a cada nombre que determine su referencia y que pueda constituir parte de lo que las proferencias de esas oraciones aseveran (parte de la proposición que expresan).

Esta concepción de las condiciones de verdad se halla influida por los argumentos anti-descriptivistas de Kripke (1980). Kripke argumenta que las condiciones de verdad de lo que expresamos cuando proferimos una oración como “Aristóteles era filósofo” dependen de si Aristóteles (el referente del nombre “Aristóteles”) era o no era filósofo. No dependen de si alguien que era el tutor de Alejandro Magno, es decir, alguien que satisfaga la descripción “el tutor de Alejandro Magno” (que hubiese podido ser otra persona) era o no filósofo. Es sobre esta base que defensores del enfoque externista, y anti-descriptivistas han postulado que las condiciones de verdad de proferencias de oraciones como “Aristóteles era filósofo” (y, por tanto, las proposiciones que esas proferencias expresan) son singulares, dependientes del individuo mismo, tanto si ese individuo satisface condiciones descriptivas asociadas al nombre como si no.

6. Cuestiones abiertas para el enfoque externista

Las críticas al descriptivismo de Kripke, Donnellan y otros autores tuvieron una importante influencia en el panorama de la filosofía del lenguaje. A pesar de la casi generalizada aceptación de las críticas y del enfoque histórico-causal, quedan cuestiones abiertas para el nuevo enfoque, especialmente cuestiones para las que el internismo descriptivista aportaba respuestas naturales.

6.1. Las diferencias en valor cognitivo

Términos correferenciales como “Cicerón” y “Marco Tulio” tienen distinto valor cognitivo. Como ya hemos mencionado, un hablante competente puede asentir a una proferencia de “Cicerón era un orador romano” y rechazar una de “Marco Tulio era un orador romano”. La explicación descriptivista apela a las distintas proposiciones que, según el descriptivismo, son expresadas por esas proferencias. Según el enfoque anti-descriptivista, en cambio, ambas proferencias expresan la misma proposición singular, y por tanto, el enfoque externista no puede atribuir la diferencia en valor cognitivo al hecho de que el hablante aprehende dos proposiciones distintas.

Defensores de posiciones externistas como John Perry (1980) y François Recanati (2012) argumentan que cuando aprendemos un término, ya sea un nombre propio o un término general, los usuarios abrimos una especie de fichero o dossier en el que depositamos información y datos, a veces datos erróneos, acerca del referente. Esos ficheros no determinan la referencia, pero explican la significatividad, el valor cognitivo, de los términos para el hablante. Desde este punto de vista, se puede aceptar el supuesto descriptivista según el cual los hablantes asocian descripciones a los términos que usan, y esas descripciones explican el valor cognitivo. Sin embargo, esas descripciones no determinan la referencia (que se halla determinada por los factores, en parte externos a la mente del hablante, que postula la teoría histórico-causal) y no constituyen parte de la proposición que expresan oraciones que contienen los términos en cuestión. Es importante resaltar que esta explicación anti-descriptivista rompe uno de los supuestos iniciales de la semántica tal como la concibieron Frege y Russell, pues la explicación que apela a los dosieres mentales no intenta explicar todas las cuestiones de interés semántico, como, por ejemplo, el valor cognitivo, apelando a la proposición expresada.

6.2. Enunciados de creencia

Tradicionalmente en semántica se ha considerado que los enunciados de creencia (y en general las llamadas actitudes proposicionales, como las expresadas por los verbos “desear”, “pensar”, imaginar”, etc.) expresan relaciones entre una persona y una proposición. El descriptivismo explica de forma natural por qué un enunciado como “María cree que Cicerón era orador” puede ser verdadero en tanto que “María cree que Marco Tulio era orador” puede ser falso, ya que esos enunciados expresan una relación de María con dos proposiciones distintas. Pero desde el punto de vista externista, la proposición expresada por ambas oraciones subordinadas es exactamente la misma.

Esta cuestión ha sido muy discutida por defensores del enfoque anti-descriptivista. Algunos autores (Soames, 2002, capítulos 6 a 8; o Salmon, 1989) consideran que si el primer enunciado de creencia es verdadero, también lo es el segundo, y atribuyen la suposición de que difieren en valor de verdad a una cuestión puramente pragmática. Otros autores (Crimmins y Perry, 1989; Richard, 1983) han argumentado que hay que romper con otro de los supuestos tradicionales de la semántica, y proponen analizar los enunciados de creencia no como relaciones simples entre una persona y una proposición, sino como relaciones complejas con más elementos además de la proposición expresada por la oración subordinada.

6.3. Términos sin referencia

Leverrier postuló la existencia de un planeta causante de anomalías en la órbita de Urano, y antes incluso de observarlo, lo llamó “Neptuno”. Leverrier también postuló la existencia de un planeta entre Mercurio y el Sol, y para ese supuesto planeta introdujo el nombre “Vulcano”. Pero no hay ningún planeta entre Mercurio y el Sol. Vulcano no existe (aunque exista “otro” Vulcano en algunas obras de ficción). ¿Cómo explica el anti-descriptivista la significatividad de oraciones como “Vulcano se encuentra entre Mercurio y el Sol” o “Vulcano no existe”? Dado que no hay tal planeta, las proferencias de esas dos oraciones, desde un punto de vista anti-descriptivista, no deberían expresar ninguna proposición. Esto no es un problema para el descriptivismo, pues aun cuando “Vulcano” carezca de referente, la descripción que un hablante asocia al nombre contribuye con un elemento a la proposición expresada.

De nuevo, una parte de las respuestas anti-descriptivistas rechazan que sea la proposición expresada lo que proporciona las respuestas a la cuestión semántica. Aunque “Vulcano” carezca de referente, la cadena de comunicación que postula la teoría histórico-causal existe, y es el hecho de que exista esa cadena de transmisión del término lo que explica que el nombre no sea un mero sonido asignificativo para los hablantes, a pesar de que, como indica Donnellan (1974) la cadena acaba “en un bloqueo”.

La discusión sobre estas cuestiones continúa en la actualidad, con nuevas propuestas desde ambas aproximaciones a la referencia. Un artículo introductorio más extenso sobre este tema, Martí (en prensa), se puede consultar online. Véase también Martí (2022).

Genoveva Martí
(ICREA y Universidad de Barcelona)

Referencias

  • Crimmins, M. y Perry, J. (1989) The prince and the phone booth: Reporting puzzling beliefs. The Journal of Philosophy, 86(12), 685-711.
  • Devitt, M. y Sterelny, K. (1999) Language and Reality. An Introduction to the Philosophy of Language. 2ª ed. revisada y ampliada. Oxford: Blackwell.
  • Donnellan, K. (1970) Proper names and identifying descriptions. Synthese, 21, 335-358.
  • ___ (1974) Speaking of nothing. The Philosophical Review, 83, 3-31.
  • Fernández Moreno, L. (2016) The Reference of Natural Kind Terms. Frankfurt: Peter Lang.
  • Frege, G. (1892) Uber Sinn und Bedeutung. Zeitschrift für Philosophie und Philosophische Kritik, 100, 25-50. Existe traducción al castellano: Sobre sentido y referencia. En: La búsqueda del significado. Valdés Villanueva, L.M. (comp.), Madrid: Tecnos, 1991, 24-45.
  • Kripke, S. (1980) Naming and Necessity. Cambridge, MA: Harvard University Press. Existe traducción al castellano: El nombrar y la necesidad. México: Instituto de Investigaciones Filosóficas, 2017.
  • Martí, G. (2022) Reference and theories of reference. En: The Cambridge Handbook of the Philosophy of Language. Ed. por Stalmaszczyk, P. Cambridge: Cambridge University Press, 233-248.
  • Perry, J. (1980) A problem about continued belief. Pacific Philosophical Quarterly, 61, 317-332.
  • Recanati, F. (2012) Mental Files. Oxford: Oxford University Press.
  • Richard, M. (1983) Direct reference and ascriptions of belief. Journal of Philosophical Logic, 12, 425-452.
  • Russell, B. (1910) Knowledge by acquaintance and knowledge by description. Proceedings of the Aristotelian Society, 11, 108-128. Existe traducción al castellano: Conocimiento por familiarización y conocimiento por descripción. En: Misticismo y lógica; y otros ensayos. Ed. por Russell, B. Buenos Aires: Paidós, 1951, pp. 203-227 .
  • Salmon, N. (1989) Illogical belief. Philosophical Perspectives, 3, 243–285.
  • Searle, J. (1958) Proper names. Mind, 67, 166-173.
  • Soames, S. (2002) Beyond Rigidity. Oxford: Oxford University Press.

Lecturas recomendadas en castellano

  • Ezcurdia, M. (1995) ‘Modos de presentación y modos de determinación.  Crítica, 27 (80), 57-96.
  • Frápolli, M.J. y Romero, E. (1998) Una aproximación a la Filosofía del lenguaje. Madrid: Síntesis, caps. 2 y 5.
  • García Suárez, A. (1997) Modos de significar. Una introducción temática a la filosofía del lenguaje. Madrid: Tecnos, sec. 1, caps. 1-3.
  • Martí, G. (en prensa) Referencia. En: Temas de filosofía del lenguaje. Ed. por Vicario, I. Madrid: Tecnos. Versión pre-publicación en https://philpapers.org/archive/MARRPK-2.pdf.
  • Vicario, I. (2002) “Paderewski” y el problema del valor cognoscitivo en Frege. Revista de Filosofía, 27(2), 361-387.

Recursos en línea

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Cómo citar esta entrada

Martí, Genoveva (2024): “La referencia”, Enciclopedia de la Sociedad Española de Filosofía Analítica (URL: http://www.sefaweb.es/la-referencia/)

 

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