1. La naturaleza y estructura del tiempo
Los filósofos se hacen muchas preguntas sobre el tiempo. Para empezar, está la pregunta socrática: ¿qué es el tiempo? Como en el caso del espacio y los puntos en el espacio, se puede pensar en el tiempo como un tejido compuesto por instantes de tiempo que existen independientemente uno del otro; o, de lo contrario, se puede pensar en el tiempo como una estructura de instantes de tiempo interrelacionados, donde esos instantes de tiempo no son más que puntos en esa estructura y, por lo tanto, no podrían existir sin el resto de esa estructura. El tiempo también se caracteriza a menudo como una dimensión: a saber, la dimensión a lo largo de la cual se desarrollan los cambios; vamos a decir más sobre la noción de cambio más adelante.
Hay otras preguntas igualmente profundas sobre la estructura del tiempo. Por ejemplo: ¿el tiempo tiene una dirección? O: ¿el tiempo tiene un principio o un final? ¿Podría tener una estructura circular? Más adelante consideraremos una de esas preguntas, a saber, si el tiempo es lineal o más bien se ramifica hacia el futuro.
A principios del siglo XX, el filósofo británico John M. E. McTaggart observó que hay dos formas distintas de ordenar instantes temporales o cosas en el tiempo (McTaggart, 1908). Podemos ordenar dos elementos distintos según si uno precede (o es anterior) al otro. McTaggart llamó a este ordenamiento la “serie-B”. Por otra parte, también podemos ordenar dichos elementos diciendo de cada uno si es presente, pasado o futuro. Este ordenamiento es lo que McTaggart llamó la “serie-A”. McTaggart planteó después la pregunta metafísica sobre cuál de estos ordenamientos es más fundamental.
La serie-B es permanente en el siguiente sentido: para dos instantes de tiempo o cosas en el tiempo, x e y, si xalguna vez precede a y, entonces, siempre cuando ambos existen, x precede a y. Por el contrario, la serie-A no es permanente. Es decir, no pasa que, para todos los instantes de tiempo o cosas en el tiempo, x e y, si x es presente e y es pasado, entonces, siempre cuando ambos existan, x es presente mientras y es pasado. Por ejemplo, el momento de tu lectura de este texto es presente, mientras que el momento de tu nacimiento ya pasó. Pero en algún momento en el pasado, el momento de tu nacimiento era presente, mientras que el momento de tu lectura de este texto no.
McTaggart pensó que la serie-A implicaba la atribución de propiedades como ser presente, ser pasado y ser futuro. Sin embargo, no es necesario que todas ellas sean propiedades básicas. Podemos decir que algo es pasado cuando ha sidopresente y que algo es futuro cuando va a ser presente. Por lo tanto, a lo sumo necesitamos considerar la propiedad de ser presente; y el resto de lo que queremos decir se puede expresar fácilmente usando las conjugaciones temporales del verbo ‘ser’.
2. Pasado, presente y futuro
En la vida ordinaria distinguimos entre el pasado, el presente y el futuro. Por ejemplo, lamentamos que los dodos pertenezcan para siempre al pasado, nos preguntamos qué nos depara el futuro y nos preocupamos por lo que sucede en el presente. Esto suena como si pensáramos en el pasado, el presente y el futuro como sectores de la realidad que pueden contener elementos que los otros sectores no contienen. Pero esta imagen del pasado, el presente y el futuro como contenedores no tiene necesariamente que ser entendida literalmente. La distinción persiste incluso si recurrimos a formas más modestas de expresar, en el fondo, las mismas ideas. Así, podríamos decir que lamentamos que ya no haya dodos -es decir, que solía haber dodos, pero que ninguno existe o volverá a existir-, que nos preguntamos qué va a ocurrir y que nos preocupamos por lo que está sucediendo actualmente. De acuerdo con esto, podemos establecer la distinción mediante flexiones verbales, como en lo que una vez fue el caso, lo que actualmente es el caso y lo que será el caso (cf. Prior, 2019).
Una de las preguntas centrales de la metafísica del tiempo es si esta distinción es objetiva o, más bien, se trata de un mero artefacto de nuestra forma de conceptualizar la realidad desde el punto de vista temporal que ocupamos -aproximadamente de la misma manera en que la distinción entre lo que es el caso aquí y lo que es el caso allá se debe simplemente a nuestra perspectiva espacial contingente desde la cual nos miramos las cosas y eventos en el espacio y los clasificamos en relación con nosotros mismos.
Los ‘teóricos-A’ piensan que si bien puede no haber un contraste objetivo, independiente de la mente, entre lo que es el caso aquí y lo que es el caso allá, sí existe tal contraste objetivo, independiente de la mente, entre lo que era el caso, lo que actualmente es el caso y lo que será el caso. Los ‘teóricos-B’ sostienen que esto es un error y que no hay ninguna razón para un tratamiento desigual del espacio y el tiempo. Según los ‘teóricos-B’, una descripción objetiva del espacio y el tiempo puede ser exhaustiva sin mencionar los contrastes que solo podríamos apreciar desde una perspectiva espacio-temporal particular.
Las diferencias entre estos dos puntos de vista metafísicos se harán más obvias una vez que consideremos dos áreas temáticas de disputa, el cambio y la existencia.
3. Tipos de cambio
Estamos familiarizados con los objetos que experimentan cambios. Los tomates, de la variedad más común, son verdes hasta que maduran, y una vez maduros, son rojos. Fijémonos en un tomate maduro cualquiera: este tomate solía ser verde pero ahora es rojo. Fijémonos ahora en un tomate cualquiera que no sea maduro: este tomate ahora es verde, pero será rojo una vez que haya madurado. Tales patrones de descripciones temporales parecen ser medios adecuados para representar los cambios sufridos por los objetos que persisten a lo largo de estos cambios. Si esto es correcto, también debemos admitir otros tipos de cambio que no involucren objetos persistentes que adquieran propiedades de las que antes carecían, o que pierdan propiedades que tenían anteriormente.
Por ejemplo, también podemos decir que, gracias al uso de vacunas, ahora hay menos casos de hepatitis que nunca, y que pronto no habrá ninguno; o que no había eventos climáticos provocados por el hombre, pero ahora los hay, y habrá en el futuro más eventos de este tipo de los que hay ahora. Estos son también cambios. Pero a menos que pensemos en el mundo como un objeto persistente capaz de sufrir cambios, es muy probable que estos cambios no se entiendan como cambios en objetos persistentes.
Decir que actualmente hay casos de hepatitis, pero que no habrá ninguno en el futuro no es decir que hay un número de humanos que están enfermos pero que se curarán. Y decir que no había eventos climáticos provocados por el hombre, pero ahora los hay, no es decir de tales eventos que sufrieron algún tipo de cambio, ni de ningún grupo particular de humanos que pasaron de no provocar eventos climáticos a provocar eventos climáticos. Además, decir que el número de infecciones de hepatitis actualmente es n, mientras que solía ser el caso de que el número de infecciones de hepatitis era m, siendo m mayor que n, no quiere decir, de ningún conjunto de infecciones de hepatitis, que ha cambiado en número, ni de ningún número que se ha hecho más pequeño de lo que era. Y lo mismo se aplica mutatis mutandis al cambio que describimos cuando decimos que habrá más eventos climáticos provocados por el hombre que los que hay actualmente.
El formato de las descripciones de cambio, en este sentido más general de “cambio”, es el siguiente: parte de lo que alguna vez fue el caso, actualmente ya no es el caso, y parte de lo que actualmente es el caso, nunca fue el caso antes; y de manera similar, parte de lo que será el caso, aún no es el caso, y parte de lo que es actualmente el caso, ya no será el caso más adelante. En este sentido más general, los cambios son cambios en lo que es el caso -siendo los cambios en los objetos simplemente una subvariedad de tales cambios (cf. Prior, 2019).
4. Concepciones dinámicas vs estáticas de la realidad
En el debate entre los ‘teóricos-A’ y los ‘teóricos-B’, las dos partes pueden estar de acuerdo en que las descripciones temporales que se acaban de dar -de los cambios en los objetos y, más en general, los cambios en lo que es el caso- son bastante acertadas. Sin embargo, los participantes en el debate no están de acuerdo sobre si la estructura temporal de esas descripciones refleja adecuadamente la estructura de la realidad. Así, según los teóricos-A, una descripción completa y totalmente articulada de la realidad debe usar flexiones verbales temporales. Según los teóricos-B, por el contrario, esto no es así.
Una forma de establecer la distinción entre estas dos posiciones es apelando a la noción de hechos temporales. Para los teóricos-A, en cualquier momento, la realidad incluye hechos temporales; y, en consecuencia, ninguna descripción de la realidad sería completa y totalmente articulada si no incluyera aseveraciones temporales aptas para representar estos hechos. Dado que algunos de estos hechos no siempre se dan, qué descripción temporal de este tipo es correcta cambiará con el tiempo, donde tales cambios en la descripción corresponderán a los cambios en los hechos subyacentes. Por el contrario, los teóricos-B insisten en que lo que hemos denominado “cambios en lo que es el caso” no son realmente variaciones transtemporales de los hechos que existen. Tales “cambios” son, en el fondo, solo combinaciones adecuadas de hechos que se dan eternamente.
Para los teóricos-B, entonces, lo que llamamos “cambios en lo que es el caso” no son realmente cambios en qué hechos se dan. Porque, para ellos, todos los hechos se dan eternamente. Haciéndonos eco de Ludwig Wittgenstein, la realidad es la totalidad de los hechos. En consecuencia, la concepción de la realidad de los teóricos-B es la de un universo estático de hechos. Según los teóricos-A, en contraste, en cualquier momento dado, la realidad está parcialmente compuesta de hechos temporales que no siempre se dan, incluidos hechos que solo se dan una vez (por ejemplo, cuán temporalmente distante se encuentra en este momento un determinado evento en la dirección del pasado o el futuro). Se deduce que, con el tiempo, la realidad misma varía. La concepción teórica-A de la realidad es, por lo tanto, dinámica.
5. Existencia en el tiempo vs ubicación temporal
La caracterización general de la teoría-A dada anteriormente es neutral sobre si la supuesta variación transtemporal de los hechos que hay, incluye alguna variación transtemporal de lo que existe. Los hechos acerca de lo que existe son solo un caso especial de hechos. En otras palabras, la teoría-A es compatible tanto con el supuesto de una ontología permanente como con su rechazo.
Antes de proceder a analizar las posiciones teóricas-A más prominentes sobre la existencia, debemos tener mucho cuidado a la hora de explicar lo que aquí queremos decir con “existencia”. En el discurso ordinario, a menudo decimos cosas como “No existieron eventos climáticos provocados por el hombre antes de la Revolución Industrial” o “Los dodos ya no existen”. Sin embargo, al reflexionar sobre ello, esta forma de hablar no conlleva ningún compromiso con una tesis ontológica. La ontología tiene que ver con la existencia en el sentido de “existe” en el que este último es equivalente a “es idéntico a algo”. Lo que existe en este sentido es lo que está en el rango de nuestros cuantificadores irrestrictos “Todo” y “Algo”.
En el discurso ordinario, generalmente, no dudamos en incluir eventos pasados como la Segunda Guerra Mundial dentro del rango de nuestros cuantificadores irrestrictos -ya que consideramos que ese evento es parte de la historia mundial-, y esto independientemente del hecho de que el evento no está ya ocurriendo. Es decir, distinguimos implícitamente entre un evento que actualmente es algo (entre las cosas sobre las cuales se cuantifica) y su ocurrir actualmente. Esa distinción puede aplicarse con igual derecho a eventos futuros (si los hay). De manera similar, distinguimos implícitamente entre cosas como los dodos que actualmente son algo y su estar actualmente entre los seres vivos.
En consecuencia, cuando en conversaciones ordinarias, decimos que no hubo eventos climáticos provocados por el hombre antes de la Revolución Industrial, solo nos comprometemos con que antes de la Revolución Industrial, no ocurrieron tales eventos y no con que no fueran idénticos a algo. Y cuando, en tales conversaciones cotidianas, decimos que los dodos ya no existen, se entiende que nos comprometemos solo con que los dodos ya no están entre los seres vivos y no con que no sean idénticos a algo.
Usemos ‘x está ubicado en el tiempo t‘ de tal manera que sea equivalente a ‘x ocurre en el tiempo t‘ cuando x es un evento, a ‘x está en algún lugar del espacio en el tiempo t‘ cuando x es un trozo de materia, a ‘x está vivo en el tiempo t‘ cuando x es un organismo, etc. Entonces podemos expresar la postura en términos más generales diciendo que las afirmaciones antes mencionadas del discurso ordinario se interpretan de forma natural como atribuyendo ubicaciones temporales (o la falta de tales ubicaciones), en lugar de existencia temporal (o la falta de tal existencia) (cf. Correia y Rosenkranz, de próxima aparición).
Por supuesto, esta observación por sí sola no sugiere a su vez que el discurso ordinario deba tomarse como árbitro cuando se trata de la cuestión ontológica de si existen eventos o cosas pasados o futuros. Lo que muestra es que debemos tener cuidado de no extraer ninguna respuesta a esta pregunta ontológica a partir de nuestras proferencias cotidianas.
6. Ontología permanente vs variación temporal en lo que existe
En el sentido ontológico de “existe”, los teóricos-B suelen negar que los hechos que existen varíen a lo largo del tiempo. En consecuencia, no tienen reparos en admitir en su ontología eventos que ocurrieron en el pasado, o que ocurrirán en el futuro. Del mismo modo, los teóricos-B suelen admitir cosas que solían estar o que estarán entre los seres vivos. Para los teóricos-B, siempre, todo existe siempre (Williamson, 2013 cap. 1). Entonces, si en el pasado algún xfue una guerra mundial, o un dodo, x todavía existe (incluso si ya no ocurre o no está vivo); y si en el futuro, algún x será una cura para el cáncer, o una máquina consciente, entonces ya existe (incluso si aún no se ha encontrado o inventado).
Los defensores de la llamada teoría del “foco móvil” coinciden en esto, pero insisten en que todavía hay otra variación factual, por ejemplo la variación en los hechos sobre qué instante de tiempo tiene la propiedad de ser presente. De acuerdo con la teoría del foco móvil, la propiedad de ser presente es sustancial y otorga algún tipo de privilegio metafísico que no puede reducirse a los términos de la teoría-B. A medida que pasa el tiempo, diferentes instantes de tiempo llegan a poseer esa propiedad. Evidentemente, esto puede ser verdad para los instantes de tiempo, aunque ningún instante de tiempo empiece a existir o cese de existir. La teoría del foco móvil combina la teoría-A con el supuesto de una ontología permanente (ver Deasy, 2015 para una discusión más detallada).
Pero hay otras variedades de la teoría-A que característicamente rechazan esa suposición. Tales versiones de la teoría-A rechazan que siempre, todo existe siempre, y por lo tanto afirman que a veces, algo a veces no existe.
La versión más destacada de esta línea es el presentismo. Según los presentistas, siempre, todo en el tiempo está presente. Dado que, en el sentido relevante de estar en el tiempo, los instantes de tiempo están en el tiempo, pero siempre como máximo uno de esos instantes está presente, se deduce que siempre hay como máximo un instante de tiempo, y que tal instante de tiempo está presente. Las cosas en el tiempo que no sean instantes de tiempo están presentes si, y solo si, están ubicadas en el momento presente. El valor de dicha ubicación temporal puede variar entre entidades de diferentes categorías. Como se indicó anteriormente, en el sentido relevante de ubicación temporal, un evento, por ejemplo, se ubica en el momento actual en caso de que ocurra en este momento, mientras que un trozo de materia se encuentra en el momento actual en caso de que ocupe una posición espacial en este momento (ver Correia y Rosenkranz, 2015).
Según la llamada Teoría del Bloque Creciente, siempre todo seguirá existiendo en el futuro, y siempre existe un tiempo que nunca existió en el pasado. La primera mitad de esta tesis asegura que nada se extingue y, por lo tanto, que las cosas pasadas en el tiempo todavía están dentro del rango de nuestros cuantificadores (todavía son algo). La segunda mitad implica que siempre hay un nuevo instante de tiempo que acaba de surgir. Por lo tanto, siempre, aquellas cosas en el tiempo que no se encuentran en ningún instante anterior del nuevo instante son igualmente nuevas. Las dos mitades de la tesis implican conjuntamente que, salvo al comienzo del tiempo -si el tiempo tiene un comienzo- siempre hay un bloque de cosas que no se erosiona al que agregar otras, y siempre hay nuevas adiciones a ese bloque que, por lo tanto, crece continuamente (Correia y Rosenkranz, 2018).
El debate entre la teoría-B, la teoría del foco móvil, el presentismo y la teoría del bloque en crecimiento todavía está en curso, y es probable que se publique un nuevo trabajo mientras leas este texto.
7. El futuro abierto, la bivalencia y la estructura del tiempo
No podemos alterar el pasado; pero el futuro aún puede ser moldeado, al menos en parte, por nuestras elecciones futuras. El pasado está decidido de una vez por todas; el futuro, por el contrario, sigue estando abierto y maleable, al menos en algunos aspectos que nos conciernen, y solo se decidirá respecto a todos esos aspectos cuando llegue el momento y tomemos nuestras decisiones. Esto, en cualquier caso, es una parte integral de nuestra autoconcepción como agentes libres.
Pero, ¿cómo podemos tener la capacidad de dar forma al futuro mediante nuestras elecciones futuras, si cada afirmación sobre el futuro ya es verdadera o falsa? Tales verdades actuales sobre el futuro deben basarse en hechos actuales. Porque, en general, las verdades no “flotan libremente”, sino que están ancladas en la realidad, y lo mismo se aplica a fortiori a las verdades actuales sobre el futuro. Peor aún, si lo que es actualmente verdadero siempre fue verdadero en el pasado, como debe haber sido si, en aquel entonces, cada afirmación sobre lo que entonces era futuro era igualmente verdadera o falsa, entonces la verdad actual de las afirmaciones sobre el actual futuro debe estar basada en hechos pasados, o eso parece. Pero ni esos hechos actuales ni esos hechos pasados son hechos sobre nuestras elecciones futuras (en la medida en que estas elecciones aún no han ocurrido), o si los hechos en cuestión son después de todo hechos sobre estas elecciones futuras, estas elecciones futuras ya no son libres, sino determinadas por los hechos presentes o pasados.
Según el principio de bivalencia cualquier afirmación, independiente de cuál sea su tema, es verdadera o falsa. Ahora, la línea de argumento anterior sugiere un vínculo íntimo entre la verdad presente y lo que está determinado en el presente; y si el futuro está actualmente determinado en todos los aspectos, como parece implicar el principio de bivalencia, entonces, por así decirlo, solo hay un camino hacia adelante, solo un futuro para que las cosas ocurran. Y viceversa: si solo hay una de esas formas futuras, el futuro parecería estar determinado en todos los aspectos. En consecuencia, si el futuro no está actualmente determinado en todos los aspectos, y el principio de bivalencia falla, entonces hay muchas formas de avanzar, muchas formas futuras en que las cosas ocurren. En la medida en que existan algunos aspectos en los que actualmente esté decidido cuál será el caso, las muchas formas futuras en que las cosas ocurren serán exactamente iguales en esos aspectos, pero no en otros; y entonces las afirmaciones sobre el futuro exclusivamente sobre esos aspectos serán de hecho actualmente verdaderas o falsas. Ahora, si en cada instante de tiempo, el tiempo se ramificara en una pluralidad de futuros, y si de cada instante de tiempo solo hay una forma de regresar al pasado, entonces el tiempo tendrá una estructura similar a un árbol, con líneas de tiempo que se superponen en el pasado (el tronco) pero divergen en algún lugar en el futuro (las ramas). Entonces podríamos definir verdad en un instante de tiempo dado como verdad en todas estas líneas de tiempo que pasan a través de este instante (y, en consecuencia, falsedad en un instante de tiempo como falsedad en todas las líneas de tiempo que pasan a través de este instante). En consecuencia, como no está decidido si mañana tomarás cereales para desayunar, sino que es una cuestión que has de decidir cuando amanezca, habrá distintas líneas de tiempo que pasarán por el momento presente -en algunas de las cuales desayunarás cereales y en otras no. La afirmación “Mañana tomarás cereales para desayunar” no será ni verdadera ni falsa. Por el contrario, en la medida en que actualmente está determinado que no vas a desayunar una taza de tornillos, todas estas líneas de tiempo que pasan por el momento presente tienen en común que no vas a desayunar una taza de tornillos al día siguiente. La afirmación “Mañana no desayunarás una taza de tornillos” cuenta como actualmente verdadera (Thomason, 1970).
La mayoría de los filósofos convencidos por la línea de razonamiento aristotélica acepta esta concepción del tiempo como una estructura de ramificación-hacia-adelante en forma de árbol. Después de todo, esta concepción encaja muy bien con las intuiciones que evoca o explota el razonamiento aristotélico. Sin embargo, también hay filósofos del tiempo que continúan pensando en el tiempo de un modo lineal, y que conservan el principio de bivalencia en general y, en cambio, rechazan la idea de que siempre que una afirmación sobre el futuro sea actualmente verdadera, debe existir actualmente (o en el pasado) algún hecho que fundamenta su verdad. Desde su punto de vista, para que tales afirmaciones sean actualmente verdaderas, es suficiente que en el futuro haya hechos adecuados para fundamentar su verdad (Rosenkranz, 2012; Tallant e Ingram, 2015). El debate sobre el futuro abierto continúa abierto.
Fabrice Correia (Universidad de Ginebra)
Sven Rosenkranz (ICREA & Universidad de Barcelona)
Referencias
- Correia, F. y S. Rosenkranz (2015): “Presentism without Presentness”, Thought: A Journal of Philosophy, 4(1), pp. 19-27. https://doi.org/10.1002/tht3.153
- Correia, F. y S. Rosenkranz (2018): “Nothing to Come – A Defence of the Growing Block Theory of Time”, Synthese Library Series, 395, Cham/Switzerland, Springer Press.
- Correia, F. y S. Rosenkranz (forth.): “Temporal Existence and Temporal Location”, Philosophical Studies.
- Deasy, D. (2015): “The Moving Spotlight Theory”, Philosophical Studies,172, pp. 2073-2089.
- McTaggart, J. M. E. (1908): “The Unreality of Time”, Mind, 17, pp. 457-74.
- Prior, A. N. (2019): Ensayos sobre filosofía del tiempo, con un prólogo de Kit Fine, trad. por Ignasi Mena, Barcelona, Editorial Alpha Decay.
- Rosenkranz, Sven (2012): “In Defence of Ockhamism”, Philosophia – Philosophical Quarterly of Israel, 40, pp. 617-31. [Reimpreso en “In Defense of Ockhamism”, en Fischer, J. M. y P. Todd, eds., Freedom, fatalism, and foreknowledge, New York 2015, Oxford University Press, pp. 343-60].
- Tallant, J. y D. Ingram (2015): “Nefarious presentism”, The Philosophical Quarterly, 65, pp. 355-71.
- Thomason, Richmond H. (1970): “Indeterminist time and truth-value gaps”, Theoria, 36, pp. 264-281.
- Williamson, T. (2013): Modal Logic as Metaphysics, Oxford, Oxford University Press.
Cómo citar esta entrada
Correia, Fabrice y Rosenkranz, Sven (2020): “El tiempo”, Enciclopedia de la Sociedad Española de Filosofía Analítica (URL: http://www.sefaweb.es/el-tiempo/)